lunes, 7 de octubre de 2013

¡Anerai visitantes extranjeros de Kelin!

¡Anerai! nos recibían los "habitantes"de la ciudad ibera de Kelin en la fresca mañana de Caudete de las Fuentes. La ciudad comenzaba a despertar. 
















        Belestar, Bisuní y Atia comenzaban sus quehaceres domésticos dentro de su vivienda. Cardar la lana con cardos para estirar las fibras después de haberlas lavado no resulta tarea fácil. Lo que resulta más que evidente, es  la habilidad que estas mujeres poseen para colorear los tejidos que después usarán para tejer sus ropas en  los telares verticales que ya esperan resignados. Hiedra para el color verde, caléndula para los amarillos y raíz de rubia para el rojo. Para los colores claros, la corteza de granada y un control preciso para cocer los tejidos y fijarlos que sólo lo da la experiencia.



 











   
  Las calles de Kelin se van abriendo al paso de los nuevos visitantes que ávidos de conocimientos caminan por la seca loma de "Los Villares" atrapados en el espacio-tiempo.








Se asoma a medio camino un lagar portátil donde la bobal, uva autóctona de la comarca, muere a los pies de lo que durante siglos, sigue siendo tradición de las gentes que elaboran el vino, como nuestros antepasados iberos  hacían. Hay tradiciones que no permita el tiempo que cambien jamás. Vinos especiados, con miel e incluso con queso rallado eran elaborados y ofrecidos por estos pueblos en reuniones y fiestas importantes donde, agasajaban a sus invitados con vino de producción propia y con el sello característico de cada artesano.








   Kelin, guardiana de los caminos que unían la meseta manchega con el litoral levantino, era rica en tierras de labranza que aun, hoy en día, siguen perdurando en el tiempo. Olivos, cultivos de cereales con los que elaboraban su panes de trigo, de centeno, de avena. Legumbres que ya en aquella época alimentaban a estos pobladores en sus duros inviernos, como lentejas y garbanzos.






  
   Llenas estaban sus despensas de frutos secos como la almendra, las avellanas, los higos y las nueces de los robustos nogales que participaban del paisaje.
 




   Sin duda, todo un muestrario de los alimentos que han escrito nuestra historia desde tiempos tan remotos y que siguen siendo protagonistas de nuestra gastronomía más actual y autóctona.




     Al recorrer Kelin, ya al lado de la casa más importante de la ciudad, la sanadora se ocupó con urgencia de una pequeña visitante, de nombre Claudia, a la que una avispa quiso convertir en protagonista por unos minutos. Bajo la atenta mirada de la sanadora y con sus conocimientos sobre plantas medicinales, alivió a la pequeña niña utilizando barro y un ungüento a base de amapola para aliviar el dolor. 

                                                                      


A todos ellos gracias, mil gracias por haber sido grandes anfitriones de la historia en la IX Jornada de puertas abiertas de la ciudad ibera de Kelin.

 Sin duda mereció la pena el viaje en el tiempo. 

Sin duda volvimos a ser protagonistas de la historia.






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